(Fuente LVBP.COM / Por Julio Barazarte) Es muy probable que el nombre de Enrique Fonseca, así a secas, no resulte conocido a algún lector, pero es un protagonista de una de las máximas hazañas deportivas que se han grabado en la mente de los venezolanos, al integrar el equipo nacional que catapultó el beisbol en Venezuela en 1941. Fonseca cumple este viernes 102 años de edad.
Ningún venezolano, aunque
esté medianamente informado, ignora la hazaña del equipo de beisbol nativo que
conquistó el campeonato mundial de beisbol amateur, realizado en el estadio La
Tropical de La Habana, Cuba. Triunfo que, en forma definitiva, entusiasmó e
impulsó la pasión por la pelota en las entrañas de nuestro pueblo como una
costumbre más.
En cierta oportunidad se
realizó un estudio sobre la hazaña deportiva de mayor impacto en el siglo XX
del país y destacó el equipo venezolano que ganó el Campeonato Mundial de
Beisbol Amateur, celebrado en La Habana, en octubre de 1941, al vencer en el
juego final al poderoso y famoso, por invicto, conjunto cubano del momento.
Cuba era una verdadera
potencia en el beisbol del continente americano, razón por la cual todo el
pueblo, incluyendo al presidente de entonces, Isaías Medina Angarita, colocó su
atención en todos los aparatos de radio, para oír las incidencias del aquel juego,
que al final llevó a Venezuela a la cúspide, lo que hizo explotar la algarabía
nacional y el inicio del seguimiento popular del beisbol en Venezuela.
EL
ÚLTIMO DE LOS MOHICANOS
“El último de los Mohicanos” es el título de una famosa novela escrita por el estadounidense James Fenimore Cooper, quien relató sucesos sobre la guerra de los siete años, iniciada en 1757, con ejércitos conquistadores de Francia y Gran Bretaña, en Estados Unidos, contra los originarios Pieles Rojas. En esa conflagración diezmaron a una comunidad conocida como mohicanos, y poco antes de fallecer uno de los dirigentes indicó el fin de su grupo en la tierra a su hijo como único sobreviviente, que estaría en la obligación de contar al mundo lo sucedido. La obra fue publicada en 1826.
El paralelismo es porque de
aquel glorioso grupo, que hace 79 años conquistó la gloria en La Habana, solo
sobrevive Enrique Fonseca, para contar al mundo lo sucedido, y rodeado de una
numerosa familia, que incluye hasta una tercera generación, asegura que
“siempre lo he hecho” y reitera que sus apellidos son León Fonseca, pero
prefirió colocarse el segundo, porque a él le sonaba mejor cuando lo anunciaban
y “porque se apreciaba como más zuliano”. Igualmente es conocido desde esa
época como Conejo, apodo que lo acompañó durante toda su actividad deportiva y
aún lleva como estandarte.
Como receptor actuó con las
selecciones nacionales en las series mundiales de beisbol amateur, en las cuales
Venezuela se tituló. En la ya citada del 41 y también condujo, con mucha
técnica a los lanzadores venezolanos en las de 1942, 1944 y 1945.
Su actuación en el beisbol
se inició cuando apenas tenía 16 años de edad. Jugaba tercera base y en los
jardines con varios conjuntos en su Maracaibo natal, hasta que se apoderó de la
posición de cátcher con el equipo Puma, con el cual conquistó varias coronas
como campeón bate y receptor. Luego, siempre en la división amateur, actuó con
la divisa Gavilanes -cuyos dirigentes eran los hermanos Luis y Ernesto Aparicio
Ortega-, y el Centauro. Con ellos jugó en campeonatos zulianos hasta 1940.
Su carrera como pelotero
prosiguió en 1941 con el conjunto Vencedor de Valencia, Carabobo, y después
actuó con el Vargas en el campeonato de beisbol de primera división. Fue
llamado para los juegos en los que escogerían la selección para ir a Cuba,
donde se realizaría la IV Serie Mundial de Beisbol Amateur. En la preselección
quedó como campeón bate y mejor cátcher. Y fue de los primeros seleccionados
del combinado criollo.
ACTIVIDADES PROFESIONALES
Al regresar de Cuba,
“Conejo” Fonseca volvió a Maracaibo y recibió el llamado del equipo Cervecería
de Caracas para actuar como refuerzo en una serie contra el Cuban Star, pero
estuvo en un solo juego porque recibió un pelotazo de manera accidental. Esa
presentación, aunque breve, le sirvió para ganarse la titularidad como receptor
del Cervecería desde 1943 hasta 1950.
En la pelota rentada fue
reconocido por sus grandes méritos como jugador, además de sus tributos como
excelente compañero y buen ciudadano, porque su comportamiento dentro y fuera
del terreno siempre fue ejemplar. Vivió el inicio de la rivalidad entre Caracas
y Magallanes. Su retiro del beisbol se produjo en 1953. Después, por poco
tiempo estuvo impartiendo enseñanza sobre conocimientos de la disciplina a
jóvenes en equipos caraqueños.
Como jugador retirado fue
una excepción, porque al estar en esa situación no se dedicó exclusivamente a
entrenar jóvenes, y prefirió laborar como maestro en el Colegio La Florida, en
Caracas. ¡Recordemos que era normalista graduado en Maracaibo!
ANÉCDOTAS
Cada vez que se le presenta
la ocasión, Fonseca narra dos situaciones que para él constituyen parte de su
historia personal. Una es que lo apodaron Conejo cuando el equipo campeón del
41 visitó San Cristóbal.
Esa gira fue en los primeros
meses de 1942, por varias zonas del país. Cuando llegaron al hotel donde se
hospedarían les preguntaron sus respectivos nombres para el debido registro.
Fonseca no respondió y alguien en el grupo dijo “se quedó callado como un
conejo”.
La otra, la recuerda en el
juego decisivo contra Cuba en el 41. Tuvo que calmar al Chino Canónico, porque
desde el principio le pidió lanzamientos knuckleball (bola con poco giro y
movimiento impredecible) y el pitcher le reclamó que le iba “a malograr el brazo”.
Fonseca le dijo que ese lanzamiento causaba mucho daño a la toletería cubana y
así sucedió. Más del 40 por ciento de los pitcheos fueron así, y determinantes
para el resultado final.
RECONOCIMIENTOS
Fue condecorado, en primera
clase, con las órdenes Francisco de Miranda, Mérito Deportivo, Diego de Losada
y Estrella de Carabobo, en su única clase. Orden Libertador en segunda clase.
Fue exaltado el Salón de la Fama del Deporte Venezolano en 2001. En 2006 fue
exaltado al Salón de la Fama del Beisbol Venezolano, junto con el resto de sus
compañeros del equipo de Venezuela que ganó el campeonato mundial de 1941. (Síguenos
por Twitter @BEISBOLCONTODO2)
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